EDAD MODERNA
IMMANUEL KANT
Según Kant la lógica es la ciencia del intelecto en general y la
divide en lógica general y en lógica trascendental.
La primera prescinde de los
contenidos y se limita a estudiar las leyes y los principios en general del
pensamiento, sin los cuales no existiría una utilización del intelecto. Esta es
la lógica formal descubierta por Aristóteles, y según Kant, nació casi perfecta.
A Kant en su Crítica de la Razón Pura no le interesa la lógica formal sino la
trascendental, que no prescinde del contenido.
Kant distingue entre conceptos
empíricos y conceptos puros; los empíricos son aquellos conceptos que contienen
elementos sensibles; los puros, en cambio, son aquellos que no están
mezclados con ninguna sensación. En la estética Kant ya nos había
mostrado una distinción análoga, cuando hablaba de intuiciones puras e
intuiciones empíricas: las intuiciones puras son las formas del espacio y el
tiempo; intuiciones empíricas son aquellas en las que las sensaciones se
mezclan con el espacio y el tiempo. Precisamente en esto consiste la lógica
trascendental, que hace abstracción de los contenidos empíricos, pero no de los
vínculos con las intuiciones puras, esto es, de los vínculos que mantiene con
el espacio y el tiempo. Además la lógica formal no considera el origen de los
conceptos, sino que se limita a estudiar las leyes que regulan los nexos que
hay entre ellos. En cambio, la lógica trascendental estudia el origen de los
conceptos y se ocupa específicamente de aquellos conceptos que no provienen de
los objetos, sino que provienen a priori del intelecto, y que sin embargo se
refieren a priori a los objetos mismos.
A continuación Kant divide la
lógica trascendental en analítica y dialéctica. La analítica trascendental se
dedica a disolver el conocimiento intelectivo en sus elementos esenciales,
descomponiendo incluso la facultad intelectiva misma para buscar en ella los
conceptos a priori y estudiar su utilización de modo sistemático.
El siguiente paso que da Kant
es evidente:
En una lógica trascendental aislamos el entendimiento (al igual
que hicimos antes con la sensibilidad en la estética trascendental) y tomamos
de nuestros conocimientos únicamente la parte del pensamiento que no procede
más que del entendimiento. Ahora bien, el uso de este conocimiento puro se basa
en la condición siguiente: que se nos den en la intuición objetos a los que
pueda aplicarse. En efecto, sin intuiciones todo nuestro conocimiento carece de
objetos y consiguientemente, se halla enteramente vacío. La parte de la lógica
trascendental que trata de los elementos del conocimiento puro del
entendimiento y de los principios sin los cuales ningún objeto puede ser
pensado es, pues, la analítica trascendental y constituye, a la vez, una lógica
de la verdad.
Por último se aprecia con
claridad este paso final, cargado de bastante significado:
Por analítica de los conceptos no entiendo el análisis de
los mismos o el procedimiento corriente en las investigaciones filosóficas
consistentes en descomponer, según su contenido, los conceptos que se presentan
y en clasificarlos. Entiendo, por el contrario, la descomposición –poco
practicada todavía- de la capacidad misma del entendimiento, a fin de
investigar la posibilidad de los conceptos a priori a base de buscarlos sólo en
el entendimiento como su lugar de procedencia y a base de analizar su uso puro
general. Tal es la tarea propia de una filosofía trascendental.
De esta forma observamos que en
la analítica el hombre posee formas a priori o conceptos puros del intelecto
que preceden la experiencia, pero que valen únicamente si se les considera como
condiciones de la experiencia real o posible, pero que en sí mismos permanecen
vacías. Por lo tanto, no se puede ir más allá de la experiencia posible. Cuando
la razón intenta ir más allá cae en errores y en ilusiones. Esta clase de
errores, en los que incurre la razón cuando va más allá de la
experiencia, no son ilusiones voluntarias sino ilusiones involuntarias, y por
lo tanto ilusiones estructurales. La dialéctica constituirá una crítica de
tales ilusiones, como manifiesta expresamente Kant:
Se llama dialéctica trascendental, no porque sea un arte de
suscitar dogmáticamente tal apariencia (arte muy corriente, que da origen a
distintos embustes metafísicos), sino en cuanto crítica del intelecto y de la
razón con respecto a su utilización más allá de lo físico, para desvelar la
falaz apariencia de sus infundadas presunciones y reducir sus pretensiones de
descubrimiento y ampliación de conocimientos, que se ilusiona en
conseguir gracias a los principios trascendentales, al simple juego del intelecto
puro y a su mantenimiento de las ilusiones sofísticas.
René Descartes (1596-1650)
El punto de partida de este filósofo y
matemático francés y es considerado padre de la filosofía moderna.
La duda universal, que consiste de
prescindir de cualquier conocimiento previo que no queda confirmado por la
evidencia con que ha de manifestarse el espíritu. Descartes dudó de toda
enseñanza recibida, de todo conocimiento adquirido, del testimonio de los
sentidos e incluso de las verdades de orden racional. Llegado a este punto,
halla una verdad de la que no puede dudar: la evidencia interior que se
manifiesta en su propio sujeto (pienso, luego existo). Como científico, se debe
a Descartes, entre otras aportaciones de considerable importancia, la creación
de la geometría analítica [5]. Este desarrollo es importante para la ciencia
porque hace a la geometría cuantitativa y permite el uso de métodos
algebraicos. La geometría debe ser cuantitativa para ser usada en la ciencia e
ingeniería, y los métodos algebraicos permiten el desarrollo más rápido que los
métodos sistemáticos (más rigurosos) requeridos por el enfoque axiomático de la
geometría clásica
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